Las métricas de productividad son herramientas utilizadas en las empresas para identificar quiénes representan su mejor talento humano, calificando su desempeño en números y detectando fallas que evitan cualquier avance.
En teoría, medir este rendimiento debería causar un impacto positivo entre empleados y jefes. Pero, ¿es este el verdadero resultado final?
¿Cuál sería el deber ser de una buena métrica? ¿Se cumple?
Estas herramientas suponen ser proveedoras de datos útiles para cualquier negocio, sobre su comportamiento pasado y actual o hasta para proyectarse en el futuro. Sin embargo, los empleadores deben ser muy cuidadosos para no leer los resultados como la única fuente de la verdad absoluta a la hora de evaluar y tomar decisiones.
Se tiene la falsa creencia de estar evaluando de una manera objetiva, por lo que resulta más fácil mirar los resultados y ser fieles a ellos sin valorar el contexto ni considerar variables propias de cada caso.
¿Qué pasa en la industria del turismo educativo?
Específicamente, en la industria del turismo educativo se mide la cantidad de ventas de los asesores que se traducen en inscripciones en las escuelas. Sin embargo, se debe considerar y tener muy claro que no es lo mismo vender un curso de cuatro semanas que un programa de dos meses o un año, por mencionar un ejemplo.
Asimismo, se debería reconocer el acompañamiento, la asesoría y el seguimiento que se hace de cada estudiante, que significan un gran esfuerzo e inversión de tiempo pero que no siempre generan resultados cuantificables.
Las métricas en la pandemia
Otra de las formas del mal uso de las métricas de productividad es aprovecharse de ellas para intimidar a los empleados y controlar sus comportamientos. Esto se puede ver reflejado en estos tiempos de pandemia con el apogeo de la modalidad del home office, cuando los empleadores hacen uso de estas herramientas para asegurar que los empleados cumplan con sus funciones, más allá de utilizarlas para verdaderamente evaluar su rendimiento.
Los riesgos de una mala praxis de medición
Al manejar estos instrumentos desde esta perspectiva se corre el riesgo de generar comportamientos incorrectos como desmotivar a los colaboradores, fomentar la mala competencia entre trabajadores y en definitiva obtener resultados nada favorables para la empresa.
Para que cualquier persona esté motivada y comprometida con sus deberes lo primordial es que se sepa bien valorada, confiada y con autonomía. Es contraproducente sentirse controlado y en una constante competencia para alcanzar determinados números y satisfacer ciertas exigencias que muchas veces no tienen razón de ser.
El enfoque ideal
No son útiles las métricas que solo indiquen si un empleado lo hace bien o mal, para tomar la decisión de conservarlo o despedirlo. Lo verdaderamente necesario es diseñar herramientas que expliquen cómo mejorar y crecer dentro del ambiente laboral, atendiendo a los diferentes perfiles y motivaciones individuales, para así gestionar el negocio de una manera más efectiva que ahorre tiempo, esfuerzo y dinero.
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